«No te guardes nada,

derrocha alegría, dicha,

truécalas en aire azul

por el cielo, hazlas de agua,

llena los cauces del mundo

con su espuma desatada.

Rebosa, rebósate

de porvenir en las manos,

que Él no está bajo la tierra

cual mineral sordo, esperando,

ni es tampoco don ingrávido,

secreto fruto celeste

sino Contorno de lo creado.

Lo suyo es darse, darte, darnos,

no cerrar nunca las manos.

Y no se agotarán la dicha,

ni los besos ni los años.

¿No lo sientes ya llegar

De Realidad disfrazado?

Un Amor que no sueña

Soy yo, está esperando.

No tengo cárcel en mi Ser.

No cerrar nunca las manos.»

Y no se agotarán la alegría, ni los besos   ni los años. (Pedro Salinas)