No Dualidad. Apuntes del taller realizado con Javier Melloni
LA NO DUALIDAD
Javier Melloni
17 y 18 febrero 2018
Tres vías a la No-dualidad:
- Percepción: Interrelación, comunión
- Corazón: Personalización, Amor
- Mente: Oceanización, cognización-conciencia reflexiva, ¿quién soy yo?.
La información se puede convertir en Transformación.
Cuando tomamos conciencia de que Somos Mar, no dejamos de Ser Ola. Somos Mar y no agotamos esa plenitud. Todos Somos Lo mismo, pero nada es igual, irrepetible.
- PERCEPCIÓN:
Mindfulness: convertir cada momento en sagrado por la fuerza de la atención -> nuestra vida se transforma. Cuando ponemos conciencia en cada uno de nuestros actos, la depredación se convierte en comunión.
El tiempo, brota de la nada y nos da el ser. Puede brotar limpio y es una epifanía o no, y repetirnos. Este es el Misterio que está Aquí y Ahora. Si desplegamos los sentidos, lo vivimos de otra manera.
“Todo lo que necesitamos ya está aquí y todo lo que está aquí, lo necesitamos”.
Vivir en Plena Conciencia es vivir en Gratitud continua y si hay Gratitud, hay desprendimiento, libertad.
- CORAZÓN: Amor extático.
El alma en busca de su Amado. (Lee en Cántico Espiritual)
Canciones entre el alma y el esposo
Esposa
1. ¿Adónde te escondiste,
Amado, y me dejaste con gemido?
Como el ciervo huiste,
habiéndome herido;
salí tras ti clamando, y eras ido.
2. Pastores, los que fuerdes
allá por las majadas al otero:
si por ventura vierdes
aquel que yo más quiero,
decidle que adolezco, peno y muero.
3. Buscando mis amores
iré por esos montes y riberas;
ni cogeré las flores,
ni temeré las fieras,
y pasaré los fuertes y fronteras.
Pregunta
a las criaturas
4. ¡Oh bosques y espesuras,
plantadas por la mano del Amado!
¡Oh prado de verduras,
de flores esmaltado!
Decid si por vosotros ha pasado.
Respuesta
de las criaturas
5. Mil gracias derramando
pasó por estos sotos con presura,
e, yéndolos mirando,
con sola su figura
vestidos los dejó de hermosura.
Esposa
6. ¡Ay, quién podrá sanarme!
Acaba de entregarte ya de vero;
no quieras enviarme
de hoy más ya mensajero,
que no saben decirme lo que quiero.
7. Y todos cuantos vagan
de ti me van mil gracias refiriendo,
y todos más me llagan,
y déjame muriendo
un no sé qué que quedan balbuciendo.
8. Mas ¿cómo perseveras,
¡oh vida!, no viviendo donde vives,
y haciendo porque mueras
las flechas que recibes
de lo que del Amado en ti concibes?
9. ¿Por qué pues has llagado
aqueste corazón, no le sanaste?
Y, pues me le has robado,
¿por qué así le dejaste,
y no tomas el robo que robaste?
10. Apaga mis enojos,
pues que ninguno basta a deshacellos,
y véante mis ojos,
pues eres lumbre dellos,
y sólo para ti quiero tenellos.
11. ¡Oh cristalina fuente,
si en esos tus semblantes plateados
formases de repente
los ojos deseados
que tengo en mis entrañas dibujados!
12. Apártalos, Amado,
que voy de vuelo.
El Esposo
Vuélvete, paloma,
que el ciervo vulnerado
por el otero asoma
al aire de tu vuelo, y fresco toma.
“Vuélvete Paloma”, ¿a dónde se ha de volver para ver al Amado?. Clave de la no-dualidad y mística.
Dios, el Totalmente Otro. ¿Qué significa en la clave mística, “vuélvete”?. Lo busca fuera de sí y hay que buscarlo hacia dentro de ti misma.
(Lee “Alma buscarte has en Mí”. Sta.Teresa)
Alma,
buscarte has en Mí,
y a Mí buscarme has en ti
De tal
suerte pudo amor,
alma, en mí te retratar,
que ningún sabio pintor
supiera con tal primor
tal imagen estampar.
Fuiste
por amor criada
hermosa, bella, y así
en mis entrañas pintada,
si te perdieres, mi amada,
Alma, buscarte has en Mí.
Que yo sé
que te hallarás
en mi pecho retratada,
y tan al vivo sacada,
que si te ves te holgarás,
viéndote tan bien pintada.
Y si
acaso no supieres
dónde me hallarás a Mí,
no andes de aquí para allí,
sino, si hallarme quisieres,
a Mí buscarme has en ti.
Porque tú
eres mi aposento,
eres mi casa y morada,
y así llamo en cualquier tiempo,
si hallo en tu pensamiento
estar la puerta cerrada.
Fuera de ti no hay buscarme,
porque para hallarme a Mí,
bastará sólo llamarme,
que a ti iré sin tardarme
y a Mí buscarme has en ti.
https://youtu.be/VM04LNe2dng Rafael M. Leon
https://www.youtube.com/watch?v=5gVVSLjPM9k Lola Montes
Imagen y semejanza es en la profundidad de lo que somos, que aún no sabemos lo que somos.
“El ojo con el cual veo a Dios,
es el mismo ojo con el cual me ve Dios a mí:
mi ojo y el ojo de Dios son un solo ojo,
una sola visión, un solo conocer, un solo amor.” (Maestro Eckart)
Dios es inagotable en aquello mismo que nosotros somos, esta es la transcendencia de Dios.
La fuerza de la relación está en la complementariedad de la diferencia.
(Explica la no dualidad, lo que somos, con una hoja de folio).
Nosotros estamos en la parte de lo manifestado. Dos caras de un mismo folio.
Dios, en lo no manifestado
Eso no manifestado, es el fondo que nos permite Ser, sin dejar de ser lo que somos. Todo es UNO manifestándose.
Dos manifestaciones de la experiencia verdadera: La Compasión (enternecer el corazón) y La Sabiduría (comprensión, abrir la mente, de lo Invisible a través de lo visible).
Por un lado, todo es UNO
Por otro, diverso, específico, relativo.
Los cuarenta versos sobre la realidad de Sri Ramana Maharshi.Sat Darshanam
1-Dado que vemos lo variado del mundo, una sola fuente, con poderes ilimitados, ha de ser aceptada. El que ve, lo visto, la pantalla sobre la que se proyecta, la luz, todo eso es solo El, el Uno.
(El Ser, la pantalla sobre la que se proyecta. La conciencia, la luz)
2-Todas las religiones, doctrinas y creencias comienzan con la existencia del individuo, el mundo y Dios. Mientras exista el ego (memoria más identificación del pensamiento consigo mismo), estos tres permanecerán divididos. Residir, sin ego, en el Ser, es lo mejor.
3-¿De qué sirven las discusiones tales como “el mundo es real”, “no, es un espejismo”, “es energía consciente”, “no, es materia”, “es felicidad”, “no, es sufrimiento” ? Residir en el Ser, en el que no existen ni el ego (división, identificación), ni el pensamiento (mente, su contenido), es aceptable para todos.
4-Mientras Uno (el Ser) crea que tiene una forma, el mundo y Dios tendrán también forma. Cuando Uno es el Ser sin forma, ¿quién hay ahí para ver? Uno Mismo es el Ojo, completo, ilimitado.
5-El cuerpo está constituido por cinco envolturas. El cuerpo y el mundo coexisten. ¿Cómo podría alguien ver el mundo si no fuera porque tiene un cuerpo?
6-El mundo está en la forma de los sentidos quíntuple, como el sonido. Estos sentidos son conocidos a través de los cinco órganos de los sentidos. Solo la mente percibe el mundo a través de estos órganos de los sentidos. Por consiguiente, el mundo no es sino la mente (pensamiento, sensación, recuerdo, memoria, conocimiento, sentimiento, emoción, voluntad, intención, energía, materia, imagen, forma, cuerpo, éter, vacío, espacio, èter, su contenido, lo que la constituye).
7-Aunque tanto la mente como el mundo ascienden y se ponen juntos, es la mente la que ilumina el mundo. La fuente de la cual el mundo y la mente ascienden y en la que se ponen, es la Realidad, que ni asciende ni se pone.
8-La adoración del Supremo, bajo cualquier nombre y bajo cualquier forma, es una ayuda para la visión del Mismo. La verdadera visión, no obstante, es hacerse alimento de la Realidad y así Ella, Es.
9-Cuando el sujeto (ego, memoria más identificación del pensamiento consigo mismo), para quien la dualidad (división, identificación) y la trinidad existen, es averiguado, éstas se sueltan y caen. Entonces todo movimiento del ego (devenir, su actividad egocéntrica, control relativo del pensamiento consigo mismo) cesa para siempre.
10-¿Puede haber conocimiento (acumulación en la memoria, interactuación de ésta consigo misma) sin ignorancia? ¿Puede la ignorancia (ego, división, identificación) existir sin conocimiento? Averiguar el Origen del individuo (ente, forma mental sin división, identificación) a quien pertenecen, y residir ahí, es Sabiduría.
11-¿Puede el conocimiento de todo, sin habernos hecho alimento del Ser, ser Sabiduría? Percibir al Ser, que es el soporte del conocedor y de lo conocido, destruye la división de conocimiento e ignorancia.
12-Ni el sueño ni la cognición de los objetos es Sabiduría. En el estado de Sabiduría, que es diferente de ambos, no hay percatación de los objetos, sino que sólo brilla la Inteligencia. Por tanto, no es vacío.
13-La Inteligencia, el Ser, es Real. Las muchas formas no pueden existir separadas de Él ¿Pueden las diferentes joyas, ornamentos existir separados de Él? ¿Son algo separado del oro?
14-Sin el yo (autoconciencia diferenciada no divisiva o sin identificación del pensamiento consigo mismo, mente) las personas segunda y tercera (además del mundo, del universo, que son cuerpos, como las personas y por ende mente), no pueden existir. Cuando el yo (mente), se hunde y desaparece al averiguar su origen, las personas segunda y tercera (mundo, universo, mente), también desaparecen. Nuestro propio estado natural, brilla.
15-El tiempo, tanto pasado, presente y futuro es ahora. ¿No es como reírse el que se discuta acerca del tiempo pasado, presente y el futuro, sin darse cuenta ahora? ¿Podemos contar sin el número uno?
16-¿Puede haber espacio, puede haber tiempo, excepto para Mí (Dios)? Espacio y tiempo Me (Ser) atan, sólo si Yo (Ser), me identifico con el cuerpo. No Estoy en ninguna parte, Soy atemporal. Existo en todas partes y en Eternidad.
17-Tanto el Sabio como el ignorante consideran al cuerpo como Yo (Realidad, Ser, Inteligencia, Felicidad). El ignorante limita el Yo (Ser) al cuerpo. Para el Sabio, el Ser brilla en el Corazón, sin límites, incluyendo al cuerpo y al mundo.
18-Para el ignorante y para el Sabio, en mundo existe. El ignorante considera que sólo el mundo es real. Para el Sabio, la Fuente, carente de forma, de lo visto, es la Realidad, Plenitud.
19-La controversia sobre si el destino es más fuerte que el libre albedrío o viceversa, sólo es para quienes no han averiguado su Origen. Quienes averiguan el Ser, al que pertenecen, no son tocados por ella.
20-Ver a Dios separado de quien lo ve, es sólo una imagen mental, pues Dios no está separado del que ve. Residir en el equilibrio del Ser es una verdadera visión de Dios.
21-Las escrituras declaran “ ve el Ser”, “ve a Dios”. No es fácil entender estas ideas. Dado que el Ser es Uno, no puede ser visto ¿Cómo puede Uno ver a Dios (verse a Sí Mismo)? Sólo convirtiéndonos en alimento para El.
22-Dios ilumina la mente y brilla dentro de ella, sin ser visto. ¿Cómo, por tanto, puede uno conocer a Dios a través de la mente? Solo tornar la mente hacia el interior y fijarla en Él, es tener su visión.
23-El cuerpo no dice yo (ego). Nadie dice que el «Yo» (el Ser), no existiera en el sueño profundo. Cuando el yo (autoconciencia, pensamiento, mente) asciende todo asciende. Descubre con agudo intelecto ¿de dónde viene este yo (primero el ego, después la autoconciencia, pensamiento, mente)?
24-El pensamiento no percibe (no discierne, no se da cuenta, no es atención en absoluto), el Ser no asciende. Dentro del límite del pensamiento (autoconciencia, mente), un yo (ego), asciende, entre el pensamiento (autoconciencia, mente) y el Ser.
Se le llama ego (división, memoria más identificación), nudo de materia (energía, pensamiento, autoconciencia, mente) y Espíritu (Dios, el Ser), atadura, cuerpo sutil y mente.
25-Nacido de formas, enraizado en formas, alimentándose de formas, siempre cambiando sus formas, él mismo carente de forma, este fantasma del ego (división, identificación-control relativo del pensamiento consigo mismo), llega hasta sus raíces con la indagación.
26-Al ascender el yo (pensamiento, autoconciencia, mente) todo asciende, al ponerse todo se pone. El yo (autoconciencia, pensamiento, mente) por lo tanto, es todo. Seguir su senda es, pues, el modo de vencer sobre cualquier cosa.
27-El Yo (Dios, el Ser) no asciende en su estado natural. Averiguar la fuente del yo (autoconciencia, pensamiento, mente), lo disuelve ¿De qué otro modo puede uno alcanzar el supremo estado de su propio Ser?
28-Descubre la fuente real del ego (división, memoria más identificación), explorando en el interior, con intelecto agudo, regulando la respiración, el lenguaje y la mente. Igual que se haría para recuperar algo que ha caído en un pozo profundo.
29-Sólo inquirir, silenciosa y profundamente, sobre la Fuente de la mente, del yo (autoconciencia, pensamiento), es autoinquisición. Ideas como “soy eso” o “no soy eso”, son simplemente ayudas.
30-El ego (división, opuestos) cae, cabizbajo, cuando uno inquiere “¿Quién soy yo?” y entra en el Corazón. Entonces otro «Yo-yo» late incesantemente, por sí mismo. No es el ego (división, memoria más identificación del pensamiento consigo mismo), si no la manifestación (imagen) del Ser.
31-¿Quién puede entender el estado de uno que ha disuelto su yo (autoconciencia, pensamiento, mente) y reside en el Ser? Para Él, sólo el Ser Es ¿Qué le queda por hacer?
32-Las escrituras afirman “Eso eres tú”, sin inquirirse y llegar hasta el Ser que siempre brilla, residiendo como Eso. Discutir de nuevo, interminablemente, sólo se debe a la debilidad de la mente.
33-Afirmaciones como “no me conozco” o “ me conozco”, son motivo de risa ¿Acaso hay dos seres, el que ve y lo visto? La vivencia de todos es que el Ser es Uno.
34-En vez de residir firmemente en el Corazón en nuestro propio y verdadero estado, disputar acerca de “real o irreal”, con forma o sin forma, “ muchos o uno”, es estar cegados por la ilusión.
35-Sólo residir en el Ser es un milagro (poder, siddhi, logro, perfección). Los otros milagros (poder, siddhis, logros, perfecciones) son como sueños que duran hasta el despertar. Quienes están firmemente arraigados en lo Real ¿pueden recaer en la ilusión?
36-Mientras tengamos la idea de que el cuerpo es el Ser, el pensamiento de que somos el Ser resultará útil para ser Eso. Pero cuando somos Eso, resulta tan futil como que un hombre repita “ soy un hombre”, “ soy un hombre”.
37 -Las teorías tales como la dualidad en el sadhana y el advaita sobre la reorganización, no son verdad. El décimo hombre estuvo presente no sólo cuando se le encontró, si no también durante la búsqueda con amorosa preocupación.
38-Si uno cree que el que hace, debe cosechar los frutos de sus obras. Si uno inquiere ¿Quién es el que hace? y entra en el Corazón, la idea de ser hacedor terminará; el triple karma es destruido. Esto es en verdad Liberación.
39-Los pensamientos de liberación sólo duran mientras uno cree estar esclavi zado. El Yo (Ser) eterno, liberado se alcanza por medio de la inquisición “¿para quién es la esclavitud?” De ahí en adelante ¿cómo pueden surgir pensamientos de esclavitud y libertad?
40-Algunos eruditos dicen que tras la Liberación la forma permanece. Otros dicen que las formas no perduran. Sin embargo, otros dicen que a veces las formas permanecen y otras veces se pierden. Sólo la pérdida del yo (ego), que examina estos tres conceptos, es la verdadera Liberación
Ejemplo de no-dualidad: La gota de agua, es contorno y es agua h2O. Al caer en el mar, pierde el contorno.
Nuestro rostro es por donde miramos el mundo pero no podemos ver nuestro rostro ( a no ser que nos miremos en un espejo), por eso el Rostro de Dios-Ser no puede ser visto, es por donde brota el mundo. ¿Cómo verlo?. Dejando o siendo alimento para Él.
No somos Dios, estamos a descubrir lo que Dios Es. Somos lo que El Es dándose en nosotros: Amor (darse, entregarse)
Cuando tomamos conciencia de las cosas, la vida, etc… las soltamos y las abrazamos de otra manera.
Inocente= el que no daña.
Ingenuo= el que simplifica porque le aturde lo complejo.
AUTORES CORRIENTE NEO-ADVATIA
Alguien que tiene autoridad, hace crecer a las personas; las que tienen poder, ahogan, disminuyen
El maestro tiene autoridad.
Tres niveles:
- Instructor: Información. Ha aprendido un método para saberlo transmitir.
- Profesor: Conocimiento. Ha personalizado el conocimiento.
- Maestro: Sabiduría. Ha hecho de esa enseñanza su vida y transmite su propia experiencia. Sus palabras tienen sabiduría, transforman.
“Aquello es distinto de lo conocido y está más allá de lo desconocido. Esto es lo que escuchamos a los antiguos maestros (rishis) que nos lo explicaron.
Lo que no puede expresarse en palabras y sin embargo es por lo que las palabras se expresan, eso es en verdad el Absoluto y no lo que las gentes adoran.
Lo que no se puede pensar con el pensamiento y sin embargo es por lo que el pensamiento piensa, eso es en verdad el Absoluto y no lo que las gentes adoran.
Lo que no se puede ver con los ojos y sin embargo es por lo que los ojos ven, eso es en verdad el Absoluto, y no lo que las gentes adoran.
Lo que no se puede oír con el oído y, sin embargo, es por lo que el oído oye, eso es en verdad el Absoluto y no lo que las gentes adoran.
Lo que no se puede respirar con el aliento de la vida y, sin embargo, es por lo que ese aliento respira, eso es en verdad el Absoluto, y no lo que las gentes adoran”.
Kena Upanishad, I,4-9
Lee distintos testimonios de personas que han tenido una experiencia de no-dualidad.
Tony Parsons. “Lo que Es”. Ediciones Gaia (pp.17-52)
“Tony Parsons nació en Londres en 1933. A la edad de veinte años descubrió “el secreto” de su naturaleza intrínseca—la consciencia ilimitada. Hasta 1996, Tony solamente compartió esta revelación repentina pero natural con los amigos. Desde 1996, Tony se ha presentado a una gran audiencia y guiado retiros a través de Europa.
Como tantos otros, Tony Parsons
encontró un día que en su vida faltaba algo, un algo intangible y, sin embargo,
fundamental. Así que decidió buscarlo a través de la religión.
Se aplicó entonces en disciplinas, rituales y purificaciones, pero aun así no pudo
descubrir la razón de su anhelo. En esas circunstancias, decidió investigar el
mundo de la terapia y la espiritualidad contemporáneas. Así que se involucró en
las meditaciones más profundas, leyó los libros más significativos y se
sumergió con entusiasmo en las terapias más avanzadas: el pensamiento positivo,
la curación del niño interno, bucear en el pasado… Tras largos años, comenzó
a ver que estaba intentando reparar y ensamblar lo que parecían piezas
separadas que nunca parecían encajar en un todo.
Perdida ya toda esperanza…
Un día estaba caminando por un parque en un suburbio de Londres. Note
mientras caminaba que mi mente estaba ocupada totalmente por expectativas sobre
acontecimientos futuros que podrían ocurrir o no. Aparentemente hice la
elección de dejar estas proyecciones y de estar simplemente con mi caminar.
Noté que cada paso era totalmente único en sensación y presión, y que estaba
aquí un momento y que había desaparecido al siguiente para no repetirse nunca
mas de la misma manera.
Cuando todo esto estaba teniendo lugar, hubo una transición desde la observación de mi caminar a simplemente la presenciación de mi caminar. Lo que aconteció entonces esta simplemente mas allá de descripción. Solo puedo decir, inadecuadamente en palabras, que una tranquilidad y presencia totales parecieron descender sobre todas las cosas. Todas las cosas devinieron sin tiempo y yo ya no existía. Yo me desvanecí y ya no había ningún experimentador.
La unidad con todo y cada cosa era lo que aconteció. No puedo decir que yo estaba “unificado” porque “yo” había desaparecido. Solo puedo decir que aconteció esa unidad con todo, y que un amor irresistible lleno todo. Junto con esto hubo una comprehensión total de la totalidad. Todo esto aconteció en un relámpago sin tiempo que pareció eterno.
Contenida dentro, y siguiendo directamente a este acontecimiento, ocurrió una revelación tan magnifica y revolucionaria en su naturaleza que tuve que sentarme en la hierba para comprender su consecuencia. Lo que vi era simple y evidente de una manera pero completamente intraducible de otra. Era como si hubiera recibido una respuesta que no tenia pregunta: Se me había mostrado un secreto que es un secreto abierto; y que todo y cada cosa que es conocida o desconocida contiene y refleja este secreto abierto. La naturaleza, las gentes, el nacimiento y la muerte, y nuestros esfuerzos, nuestros miedos y nuestros deseos están contenidos todos dentro y reflejan un amor incondicional.
Sentí que había sido tocado repentinamente y todo tomo un sentido nuevo. Mire a la hierba, a los árboles, a los perros y a las gentes moviéndose como antes, pero ahora no solo reconocía su esencia sino que yo era su esencia, como ellos eran la mía. De otra manera era como si todo, incluyéndome a mi, estuviera envuelto en un amor profundo y omniabarcante, y de una manera extraña parecía que lo que veía no era tampoco nada especial… es la norma que usualmente no se percibe.
¿Por que a mi y por que ahora? .Como podía haber merecido este don a cambio de nada? Ciertamente, yo no era puro en el sentido bíblico, ni en ningún otro sentido reconocido, o mi mente así me lo decía. Yo no había vivido una vida de meditación disciplinada o de dedicación espiritual de ningún tipo. !Esta iluminación había ocurrido sin ningún esfuerzo por mi parte! Simplemente había observado mi caminar de una manera muy sencilla y natural, y entonces había emergido este tesoro.
También vine a reconocer que este aparente don había estado disponible siempre y que siempre lo estaría. ¡Esa era la comprensión mas maravillosa de todas!: Que, independientemente de donde, de cuando o de como estuviera, esta presencia estaba lista para emerger y abrazarme. Este tesoro tenia que ser redescubierto, aunque no a través de practicas y rituales espirituales aparentemente significativos. No. Este maravilloso tesoro omniabarcante estaba disponible dentro de la esencia de un paso, en el sonido de un tractor, en mi sensación de fastidio, en el caminar de un gato, en las sensaciones de dolor y de rechazo, en la cima de una montaña o en medio de Balham High Street. En cualquier parte y en todas partes estoy totalmente rodeado y abrazado en la quietud, el amor incondicional y la unidad.
Mas tarde comencé a preguntarme como podía ser retenido este tesoro. Pero, una y otra vez, había llegado a ver que lo que había buscado redescubrir no puede ser obtenido o contenido nunca. No hay nada que yo tenga que hacer, y la creencia misma de que tengo que hacer algo para merecer este tesoro interrumpe su cualidad inherente.
Y esto es también la paradoja, pues el instinto divino esta disponible continuamente, simplemente a través de su admisión. Esta siempre a mano, en un estado eterno de dis-posición, como el amante constante y fiel esta siempre listo para responder a todas nuestras llamadas. Cuando lo admito, es; cuando lo evito, es. No requiere ningún esfuerzo, exigencias ni patrones, y no tiene preferencias. Al ser sin tiempo, no ve ninguna senda que recorrer, ninguna deuda que pagar. Debido a que no reconoce nada justo o injusto, tampoco reconoce el juicio ni la culpa. Su amor es absolutamente incondicional. Simplemente observa con claridad, compasión y deleite como salgo para mi retorno. Es mi derecho de nacimiento. Es mi hogar. Es ya eso que yo soy.
Eckart Tolle (El Poder del Ahora)
INTRODUCCIÓN: EL ORIGEN DE ESTE LIBRO
El pasado me sirve de poco y rara vez pienso en él; sin embargo, me gustaría contarles brevemente cómo llegué a ser un maestro espiritual y cómo nació este libro.
Hasta los treinta años, viví en un estado de ansiedad casi continua, salpicada con periodos de depresión suicida. Ahora lo siento como si estuviera hablando de una vida pasada o de la vida de alguien diferente.
Una noche, no mucho después de cumplir veintinueve años, me desperté de madrugada con un sentimiento de absoluto terror. Había despertado con ese sentimiento muchas veces antes, pero esta vez era más intenso que nunca. El silencio de la noche, los contornos vagos de los muebles en la habitación oscura, el ruido distante de un tren, todo parecía tan ajeno, tan hostil y tan absolutamente sin sentido que creó en mí un profundo aborrecimiento del mundo. Lo más odioso de todo, sin embargo, era mi propia existencia. ¿Qué sentido tenía continuar viviendo con esta carga de desdicha? ¿Por qué seguir con esta lucha continua? Podía sentir un profundo anhelo de aniquilación, de inexistencia, que se estaba volviendo mucho más fuerte que el deseo instintivo de continuar viviendo.
«No puedo seguir viviendo conmigo mismo». Este era el pensamiento que se repetía continuamente en mi mente. Entonces súbitamente me hice consciente de cuán peculiar era este pensamiento. «¿Soy uno o dos? Si no puedo vivir conmigo mismo, debe haber dos: el ‘yo’ y el ‘mí mismo’ con el que ‘yo’ no puedo vivir». «Quizá», pensé, «sólo uno de los dos es real».
Esta extraña revelación me aturdió tanto que mi mente se detuvo. Estaba completamente consciente, pero no había más pensamientos. Después me sentí arrastrado hacia lo que parecía un vórtice de energía. Al principio era un movimiento lento y después se aceleró. Me sobrecogió un intenso temor y mi cuerpo empezó a temblar. Oí las palabras «no te resistas a nada» como si fueran pronunciadas dentro de mi pecho. Sentía como si me arrastrara a un vacío. Sentía que el vacío estaba dentro de mí en lugar de afuera. De repente, ya no sentí más miedo y me dejé caer en aquel vacío. No recuerdo lo que pasó después. Me despertó el canto de un pájaro en la ventana. Nunca había oído un sonido así antes. Mis ojos aún estaban cerrados y vi la imagen de un diamante precioso. Sí, si un diamante pudiera producir un sonido, sería así. Abrí mis ojos. La primera luz del amanecer se filtraba por las cortinas. Sin ningún pensamiento, sentía, sabía que hay mucho más en la luz que aquello de lo que nos damos cuenta. Aquella suave luminosidad filtrándose a través de las cortinas era el amor mismo. Mis ojos se llenaron de lágrimas. Me levanté y caminé por la habitación. La reconocía y sin embargo sabía que antes no la había visto verdaderamente. Todo era fresco y prístino, como si acabara de nacer. Tomé cosas, un lápiz, una botella vacía, maravillándome ante la belleza y la vividez de todo. Aquel día caminé por la ciudad en total asombro por el milagro de la vida sobre la tierra, como si acabara de nacer a este mundo.
En los cinco meses siguientes viví en un profundo estado de paz y embelesamiento ininterrumpidos.
Después esta condición disminuyó algo en intensidad o quizá me pareció porque se volvió mi estado natural. Podía funcionar todavía en el mundo, aunque me daba cuenta de que nada de lo que hiciera podría añadir algo a lo que ya tenía. Sabía, por supuesto, que algo profundamente significativo me había ocurrido, pero no lo entendía en absoluto. Solamente varios años después, luego de haber leído textos espirituales y de haber pasado tiempo con maestros, me di cuenta de que lo que todo el mundo buscaba ya me había ocurrido a mí. Comprendí que la intensa presión del sufrimiento aquella noche debió haber forzado a mi consciencia a retirarse de su identificación con aquel ser infeliz y profundamente temeroso, identificación que es en últimas una ficción de la mente. Esta retirada debió ser tan completa que este ser sufriente y falso se derrumbó inmediatamente, como cuando se le quita el tapón a un juguete inflable. Lo que quedó después fue mi verdadera naturaleza como el eterno presente que Yo soy: la consciencia en su estado puro, anterior a la identificación con la forma. Más tarde, aprendí también a entrar en ese reino interior, ajeno al tiempo y a la muerte que había percibido originalmente como un vacío y a permanecer completamente consciente. Viví en estados de arrobamiento y santidad tan indescriptibles que incluso la experiencia original que acabo de describir palidece en comparación.
Llegó un momento en el que, por un tiempo, no quedó nada de mí en el plano físico. No tenía relaciones, ni empleo, ni hogar, ni identidad socialmente definida. Pasé casi dos años sentado en los bancos de los parques en un estado de intenso gozo.
Pero incluso las experiencias más bellas vienen y se van. Más fundamental, quizá, que cualquier experiencia, es la corriente subterránea de paz que no me ha abandonado desde entonces. A veces es muy fuerte, casi palpable, y los demás la pueden sentir también. En otras ocasiones, está en alguna parte en el fondo, como una melodía distante.
Después, la gente venía ocasionalmente a mí y me decía: «Quiero lo que usted tiene . ¿Puede dármelo o mostrarme cómo lograrlo?» Y yo decía: «Usted ya lo tiene. Sólo que no puede sentirlo porque su mente hace demasiado ruido».
David Carse. Perfecta, Brillante Quietud vertiéndose Ed.Gaia Madrid 2007 pp.29-40
La jungla I
Hacía ya varios días que estábamos en la jungla viviendo en el poblado Shuar, realizando caminatas por la selva, trabajando la mayor parte del tiempo con un anciano de la tribu y con uno de sus vegetalistas (En español, en el original. ), un curandero herborista. La experiencia de viajar a través de Ecuador, llegar hasta la selva tropical y conocer a la gente de este pequeño poblado y vivir con ella había estado siempre impregnada de un calmo bienestar. Aunque ciertamente todo era allí muy distinto y extraño, en otro sentido la jungla resultaba también muy familiar y acogedora, como si estuviera retornando a un hogar olvidado.
Pero tras unos pocos días llegó un momento en que esta sensación de bienestar desapareció abruptamente. Entre el mediodía y primera hora de la tarde de un cierto día, mi estado interno de abierta aceptación y confianza dio repentinamente paso a una creciente inquietud, que aumentó rápidamente hasta convertirse, primero, en un serio temor y, después, directamente en pánico. Estaba seguro de que moriría si no salía de allí de inmediato.
Dentro de ese contexto había alguna base racional para el temor. Habían ocurrido algunos incidentes: un encuentro cercano con una pequeña pero extremadamente venenosa criatura de la jungla; un accidente menor durante una de las caminatas; malentendidos con el chamán acerca de la ingesta de ciertas plantas. Estaba claro que un pequeño tropiezo podía tener graves consecuencias.
Además, cuando informé a mi familia y amigos de que iba a efectuar este viaje, la mayoría de ellos simplemente me desearon buena suerte, pero casi inmediatamente recibí dos llamadas telefónicas con una respuesta bien distinta. Dos mujeres, una de ellas miembro de la familia y la otra una amiga, que no se conocían mutuamente y que me llamaban con total independencia la una de la otra; estaban ambas extremadamente preocupadas y trataron de disuadirme de mi partida. Las dos tenían una facultad intuitiva que yo reconocía como veraz y que respetaba desde tiempo atrás; y ahora resultaba que la una había soñado, y la otra tenía la poderosa intuición, de que si me marchaba no regresaría. Ambas sentían que ese viaje representaba un peligro extremo para mí y trataron de convencerme de que lo reconsiderara. Yo me había tomado con total seriedad su preocupación, pero tras ponderarlo detenidamente decidí efectuar el viaje. Ahora, el recuerdo de sus advertencias alimentaba en mí la convicción de que no iba a salir vivo de allí.
La mente agarró todo esto y lo llevó más allá de cualquier base racional, algo en lo cual la mente es ciertamente una experta. Lo que había comenzado siendo una aventura de exploración parecía estar ahora salvajemente fuera de todo control, al igual que la fecunda jungla que me rodeaba. Estaba a punto de salirme de mis casillas y no parecía haber salida. Hubo una tranquila charla con el líder del viaje, en la cual se me aseguró que no había ninguna posibilidad de partir durante los siguientes próximos días, cuando menos, ya que el clima impedía que el Cessna aterrizara en la pista de hierba que había río arriba. Por supuesto, la alternativa era abandonar las actividades y tratar de mantenerme a salvo en la choza de bambú que se me había asignado. Pero algo me impidió tomar tal opción.
En medio del temor que crecía en mi vientre, y junto a la certeza de que iba a morir si las cosas seguían así, estaba también la profunda sensación de que lo que estaba sucediendo aquí era una oportunidad única-en-la-vida, ofrecida por lo que, en aquel tiempo, concebía como «la totalidad». Esa impresión era difusa; de hecho, muy vaga, pero aun así persistía la poderosa sensación de que, cualquiera que fuere la fuerza espiritual que me había traído aquí, a la jungla, lo había hecho con el propósito de ofrecerme una oportunidad para una profunda transformación y para sanar lo que en ese entonces yo creía ser: un cuerpo alma espíritu. Retirarme a la seguridad de la cabaña era perder esa oportunidad que implicaba abandonar la jungla tal cual había llegado, es decir, como un alma en conflicto, desasosegada y llena de angustia. Esa opción apestaba a fracaso y a desatino: ¿Qué sentido tenía alcanzar la seguridad a tamaño coste?
El conflicto alcanzó su punto más álgido al anochecer. Me salté la cena y me senté en el interior de la alargada choza de paja comunal, dirigiendo la mirada más allá del fuego que ardía en el centro, hacia la abertura practicada en la pared de bambú que tenía al frente. La jungla comenzaba inmediatamente más allá, y mientras la lluvia caía a través de las hojas, mezclándose su sonido con el de millones de insectos, la selva se deslizó velozmente en la oscuridad de la noche. El temor era intenso, tanto física como mentalmente. La mente iba evocando sucesivos escenarios en los que yo moría en la jungla de diversas maneras, todas desagradables. El corazón latía con fuerza y apresuradamente, y tenía una visión de túnel que no era solo ocasionada por la naciente oscuridad. Quería correr, pero el único lugar al que podía huir era de regreso a mi choza y a mi sombría derrota. Así que permanecí sentado, manteniendo fija la mirada en la jungla.
En ese momento la mente se aquietó, los escenarios cesaron y apareció un nuevo pensamiento completamente calmo en medio del pánico, que decía algo así: «Bien, si voy a morir (y sin duda voy a morir; si no aquí, en algún otro lugar; si no ahora, en cualquier otro momento), si ello es necesario, si eso es lo que se requiere, entonces este es un buen lugar para morir y este es un buen momento para ello».
Un buen lugar. En la jungla me había sentido como en casa, rodeado de un ambiente familiar, acogedor y afectuoso. Dentro del ciclo de la vida, la muerte y el renacimiento, ese era obviamente un lugar apropiado para dejar la vida. Y también era un buen momento. Había menos lazos sueltos en mi vida que en cualquier otra ocasión. Todos los antiguos proyectos y negocios estaban concluidos y saldados, y todavía no había comenzado ninguno nuevo. No me ligaba una relación afectiva, ni tenía pendiente alguna cuestión o responsabilidad de índole personal. Incluso había hecho testamento, impulsado en parte por la preocupación de mi hermana y de mi amiga, y lo había dejado sobre mi escritorio al salir de casa. Si voy a morir (y, desde luego, voy a morir), entonces este es, en verdad y con un grado de precisión asombroso, un magnífico lugar y momento en esta vida para ello.
Tan pronto acaeció este pensamiento se aquietaron completamente tanto el cuerpo como la mente, y me invadió una sensación como si alguien muy fuerte y cariñoso se hubiera situado a mi espalda y depositara sus manos sobre mis hombros: «Estupendo -pensé-, esto es estupendo». Y me dejé ir completamente, y me relajé en esta nueva consciencia de que, para este cuerpo, morir aquí y ahora era algo estupendo y muy apropiado, y que esto era por lo que me encontraba aquí. No era un resignarse a algo indeseado, sino una aceptación de todo corazón, una gozosa rendición a lo que se sabía correcto y perfecto. En apenas unos instantes se disolvieron todos los pensamientos y sentimientos y síntomas físicos de temor extremo, dando paso a una aceptación pura y gozosa que no mermaba ni siquiera ante la certeza de la muerte.
Pero lo más notable era que resultaba absolutamente claro que yo no había hecho ni causado ni ganado esta transformación. Un instante atrás estaba ese temor, intenso y gráfico; al momento siguiente solo había todo lo contrario: paz y dicha y claridad, y la sensación de estar tan protegido por la desconocida fuerza del «Espíritu» que incluso la muerte se llevaría a cabo y se desarrollaría del modo más apropiado y «perfecto». Sin embargo, estaba claro que yo no había trabajado con el temor, que no había resuelto nada. Sugerir o aducir que había afrontado de algún modo mi temor y que, mediante algún proceso psicológico, lo había trascendido, no habría sido en ese contexto más que una fabricación mental.
Este nuevo estado de mente y cuerpo, de rendición y aceptación, sencillamente había aterrizado en mi regazo sin mérito alguno por mi parte. Estaba claro que, abandonado a mis propios recursos, habría permanecido ilimitadamente en ese agónico estado de temor y de angustia paralizante. Que no fuera así y que, en cambio, estuviera sentado envuelto en pura gratitud y dicha y aceptación, era obviamente una gracia. Era asombroso. No fue sino mucho más tarde cuando me di cuenta de que tanto mi hermana como mi amiga y esa intuitiva sensación de pánico resultaron estar todos ellos en lo cierto. De hecho, no hubo un «yo» que saliera vivo de allí.
Tal como luego se evidenció, ningún individuo llamado «David» regresó jamás de la jungla.
Rendición
¿Qué puedes llevarte de aquí?
Llegas al mundo con los puños cerrados
y sales de él con las palmas abiertas.
KABIR
Un elemento crucial aquí es la idea, el concepto de rendición; y la Verdad inexpresable que subyace y es, a la vez, previa a esta idea. La mayoría de las tradiciones espirituales, métodos de superación personal o sendas de acción tratan la rendición como un proceso, como algo con lo que uno trabaja; de modo que uno trabaja con el soltar o con el desvelamiento de los asuntos personales con el fin de desvanecerlos o purificarlos. Pero, por supuesto, también en esto, como en todo, la verdad es radical: dado que el despertar es la realización de que no hay nadie aquí que despierte, la auténtica rendición o el soltar se refieren a rendir o soltar por completo la propia existencia individual.
Aquí es donde descubro cuánto bhakti (la senda espiritual de la devoción) corre por mis venas, cuando es Rumi y su vía sufí de rendición al Amado lo que resuena tan verdadero, cuando se toma consciencia de que era esto lo que había estado intentando hacer (en ciega futilidad, por supuesto) toda mi vida. El nombre «David» proviene de una palabra hebrea cuya raíz significa «el amado». Debería haberlo sabido; siempre lo he sabido. Y sí, jnana (la senda espiritual del conocimiento) es la otra parte que corre por mis venas, lo que impulsa hacia la comprensión y la sabiduría; pero aún parece más natural describir la Comprensión como un ver y un saber internos esenciales e intuitivos. Es comprensión, sin duda, pero una comprensión que poco tiene que ver con comprender algo.
Los instructores de la no-dualidad pura suelen remarcar que no hay prerrequisitos, que no hay nada que haya de suceder previamente para que la Comprensión suceda. Aquí está la prueba viviente de ello. No obstante, al mismo tiempo hay aquí también esta rendición. Parece esencial; necesaria. Regresando a la jungla, al punto en el que todo esto sucedió, a cuando nada sucedió, la rendición sucedió también. Y al igual que la posterior Comprensión, la rendición fue un completo regalo inmerecido, no ganado, no buscado. Y ahora se ve que era lo preciso, al menos en el caso de esta mente/cuerpo, para que sucediera todo lo demás.
¿Cómo puede haber comprensión de que uno no es sin rendir lo que uno es?
Finalmente, rendición y Comprensión son en definitiva lo mismo, aun cuando ante la percepción o la experiencia se encuentren aparentemente separadas cronológicamente. El concepto mismo de «total Comprensión» implica necesariamente rendición, pues la comprensión comienza con la disposición al «Hágase Tu voluntad» («… hágase Tu voluntad y no la mía», Evangelio de san Mateo, 26:39.) y concluye con el ver que uno no es.
De ahí que se sienta correcta la idea de que la humildad es, de una forma u otra, la marca del verdadero sabio; de que haya una sensación intuitiva de que si uno no puede reírse de sí mismo y de lo que le está sucediendo, es altamente improbable que el despertar haya ocurrido. Tomarse uno mismo demasiado en serio puede ser un buen indicio de que ahí no ha habido una entrega, no ha habido un rendir la falsa idea de que uno existe realmente. Las dudas acerca de la autenticidad de ciertos instructores suelen reducirse a esto: que, aun cuando puedan tener un excelente entendimiento de las enseñanzas, quizá no haya sucedido la completa rendición del sentido de yo individual.
En esta «fenomenalidad» que es la dualidad todo tiene dos caras, siempre existe el lado opuesto y complementario que todo lo completa: masculino-femenino, Shiva-Shakti, jnana-bhakti, comprensión-rendición. Desdeñar un lado o el otro implica perderse la verdad. A pesar de las tradiciones que afirman lo contrario, simplemente no puede haber verdadero jnana sin verdadero bhakti; esto es, no puede haber comprensión final sin rendición final. Ciertas personalidades tratarán de evitar ya sea la una o la otra apelando a alguna sabiduría que aparenta ser elevada, pero siempre a costa de la totalidad.
Existe una tradición según la cual la jnana es la senda más elevada, ya que el bhakta se sustenta en una creencia en alguien o algo, y de ello se devociona, mientras que el jnani sabe que no existe ni alguien ni algo. Pero lo cierto es que el verdadero bhakti es pura devoción sin objeto y el verdadero jnani sabe que no sabe nada.
El jnana y el bhakti, el conocimiento y la devoción, la comprensión y la rendición, el ver internamente y el verterse, la mente y el corazón, no pueden escindirse u oponerse; porque son lo mismo.
La base esencial de la autorrealización
es un total repudio del individuo como entidad independiente,
tanto si llega en forma de comprensión espontánea,
como a través de la absoluta rendición de la propia existencia individual.
RAMESH
Puede verse que la senda devocional del bhakta, que lleva a la rendición, y la senda del saber del jnani, que lleva a la comprensión, convergen cuando se da el paso final. La rendición absoluta es la comprensión total; la comprensión absoluta es la plena rendición a la muerte del yo individual.
Jesús: «El que pierda su vida por mí, la encontrará» («… el que pierda su vida por mí, la encontrará», Evangelio de san Mateo, 10:39) Nuevamente: «Hágase Tu voluntad, y no la mía»; porque se comprende que no hay tal cosa como «mía» y que tampoco hay un «mí» que sea capaz de desear. Es la rendición de todo vestigio del sentido de ser una persona individual, incluyendo, por irónico que parezca, todas esas esperanzas y sueños y preces de llegar alguna vez a ser una buena o mejor persona, o una persona que otros puedan amar o que sea del agrado de otros o que resulte atractiva para los demás. Es la completa rendición a «Esto Es Todo Cuando Existe».
Y sí, esa rendición definitiva, esa Comprensión total es súbita y sucede una vez. Y esa vez es ahora. Y ese ahora es eterno.
La jungla, parte II
La luz algún día te abrirá,
aunque tu vida sea ahora una jaula…
Con certeza el amor hará que estalles
en una desatada y floreciente nueva galaxia.
HAFIZ
Avanzada ya la noche, en medio de la oscuridad, yaciendo sobre una estera extendida sobre el suelo de la choza de bambú, la lluvia se derrama sobre la selva y los insectos entretejen un millón de sonidos y ritmos. Yaciendo allí, en la sosegada paz de la rendición que ha sobrevenido pocas horas antes. Sin saber ni importar en qué momento ni de qué modo acaecerá la muerte inevitable.
Hay un desgarramiento, un ardiente dolor físico en el pecho, como si la caja torácica estuviera abriéndose; al mismo tiempo, hay un cosquilleo en la coronilla y la sensación de que la cúspide de la cabeza se despega como cuando se extrae una gorra muy ajustada. Hay paz, consentimiento, ningún temor. Se siente como una inmensa erupción o explosión o expansión que el cuerpo no puede contener. De la coronilla surge una oleada, un torbellino hacia no sé dónde, hacia el infinito; mientras que mi corazón se expande en mi pecho y fuera de él, hasta que llena primero la selva, luego el mundo, después la galaxia.
La oleada de la cúspide de la cabeza se percibe, pero la atención no la sigue. Lo que sí se atiende es la expansión del corazón, porque con la expansión del corazón se expande también el «yo». Y me descubro en lo que en mi ignorancia, carente de términos o categorías, denomino Presencia; expresándose como Brillo, como luz, pero más clara y brillante, más allá de la luz. Ni blanca ni dorada, solo Brillo absoluto. Brillantemente Vivo, radiantemente Siendo Todo Lo Que Es.
Y hay un darse cuenta, realmente jocoso, de que la Presencia ha sido permanentemente consciente de «David», y es «chistoso » que «David» haya despertado lo suficiente como para percibirlo. Y hay la profunda comprensión de que nada, absolutamente nada importa. Todo cuanto jamás pensé o experimenté, o cuanto jamás podría llegar a pensar o experimentar, no es nada, un sueño; no importaba nada en absoluto. Todo era verdaderamente muy gracioso. Reí y lloré alternativamente durante horas, toda la noche, bajo la lluvia.
En esta parte de esa experiencia en la jungla sabía tres cosas acerca de esta Presencia, acerca de Todo Lo Que Es. Tres cosas y, posteriormente, una cuarta. Las tres palabras que usaba en ese entonces eran:
Primero, que la Presencia está Viva. No es una nube inanimada o un campo energético de algún tipo; ni siquiera es algo vivo; es pura Vida, Viveza, Existencia.
Segundo, que es inteligencia. Está alerta, despierta y Consciente; es Saber. No es algo que sabe; es el Saber mismo.
Tercero, que su naturaleza, su esencia, es puro, insondable, interminable, incondicional Amor, Compasión, belleza, vertiéndose. En esta Presencia me hallé en un estado de desbordante gratitud, bienaventuranza, insondable Paz, Amor.
Meses después leí tres palabras sánscritas que tradicionalmente se emplean juntas con el fin de intentar expresar esta brillante Presencia, este Todo Lo Que Es: Sat, Chit y Ananda.
Sat: Ser. No un ser algo, no un algo que es; sino simplemente puro Ser en sí mismo; Soy-dad. Soy el que Soy. Lo que yo denomino «Vivo».
Chit: Conciencia. No conciencia de algo, sino la simple y pura Conciencia misma; Darse Cuenta. Lo que yo denomino «Inteligencia», saber.
Ananda: Bienaventuranza, Paz, Vertiéndose.
Permanezco en esta Presencia durante horas. Experimenté intensamente lo que calificaría de un «procesamiento» durante el cual sentí que revivía toda mi vida, deteniéndome allí donde había cuestiones irresueltas o asuntos inacabados: temas de la niñez, de las relaciones afectivas, antiguos dolores, pérdidas, penas…, los cuales, en buena parte, había trabajado extensamente durante múltiples años de terapia. Todos ellos fueron intensamente revividos, te-experimentados, completados y soltados. Cuando concluía uno, surgía otro. Esa noche se llegó a la resolución definitiva y a la conclusión de muchas viejas heridas que nunca antes había podido sanar.
La Presencia que se experimentó esa noche por primera vez, nunca jamás ha dejado de experimentarse desde entonces. Esta vida se vive a la Luz de la Presencia, siempre: ahora no puede no ser sentida. Esta sensación de Presencia, esta consciencia de Sat Chit Ananda, que es Brillo, es omnipresente. Tan pronto pareció expandirse el corazón fuera del pecho hasta llenar la galaxia, se apercibió la Presencia, que es Todo Lo Que Existe, como un inmenso Brillo, como Luz más allá de la luz.
Mis ojos estaban cerrados cuando sucedió esto, y el Brillo era infinito. Cuando abrí los ojos la jungla estaba oscura, tan negra como solo puede estarlo la profunda selva, protegida como está de toda luz, incluso del resplandor de la Luna y las estrellas, por el denso dosel de gigantescos árboles. Una vez con los ojos abiertos, el Brillo retrocedió hasta el trasfondo, pero aún seguía ahí, absolutamente brillante detrás de mi cabeza, aunque permitiendo que los ojos vieran la oscuridad que había ante ellos. Cuando mis ojos se cerraban, era como si el Brillo me llenara el cráneo; o aún más, como si no hubiera cabeza, ni cabaña de bambú, ni jungla, ni Tierra, ni nada que pudiera contener este Brillo que, en sí mismo, todo lo contiene y todo lo es.
Durante los primeros días y semanas este fenómeno distraía la atención y resultaba un tanto desconcertante. Siempre que los ojos estaban cerrados, había mucho más brillo que con ellos abiertos, incluso durante el día. Poder dormir bañado en este Brillo requirió de algunos ajustes; solo hay oscuridad por la noche y con los ojos abiertos, e incluso entonces aún permanece la luz detrás. Y el Brillo no es luz inerte; es Sat Chit Ananda, viviendo, respirando, consciente, amor compasión bienaventuranza vertiéndose.
No he hablado con mucha gente acerca del Brillo. Si eso hubiera sido todo cuanto sucedió esa noche quizá podría hablarse más de él. Pero a la vista de lo que sucedió unas horas después, el Brillo es simplemente lo que es, nada más. Me ha sido sugerido, por parte de aquellos que saben de estas cosas, que tiene que ver con la liberación de la energía kundalini. No sé gran cosa acerca de la kundalini; y aparte de haber leído solo lo suficiente como para confirmar que lo sucedido parece encajar con su descripción, la verdad es que no es una cuestión relevante. Todo esto -las oleadas de energía, Sat Chit Ananda, el Brillo, el procesamiento y la sanación de antiguas heridas-no fueron más que experiencias. Maravillosas y bellas, pero experiencias al fin y al cabo, y por tanto, cosas del sueño, experiencias soñadas por un personaje del sueño; en definitiva, parte de «todo eso» que no es.
Hay una profunda gratitud por esta experiencia, por el Brillo. Es un permanente recordatorio y un profundo consuelo. Ha hecho que resulte imposible para la mente/cuerpo David caer jamás en el error conceptual de separar el mundo de la experiencia mística y de Sat Chit Ananda del mundo del cuerpo y la mente y los sentidos y los objetos. El Brillo no se encuentra en otro ámbito, accesible solamente bajo ciertas condiciones; está aquí, siempre, explotando en esta cabeza, afectando al funcionamiento visual de este organismo. Es un bello y asombroso don; una vez más, no buscado, no ganado, inmerecido.
Pero todas estas cosas no son todavía más que asuntos del sueño, y nada tienen que ver con la Comprensión.
Yolande Durand,
El poder del silencio, La trompa del Elefante, pp.15-17.
En el año 2003 Yolande vivía sola con su hijo Karim, porque se había separado de su segundo marido dos años antes. Tenía dos trabajos, como agente inmobiliario y como agente FIFA, que le ocupaban buena parte del día, el resto lo dedicaba a su hijo. El tiempo libre lo pasaba con sus amigos o en casa viendo una buena película en la televisión. Llevaba la vida de una mujer normal que lucha por ir a más, por tener más y por darle más a su hijo. El 31 de julio del 2003 Yolande cumplía cuarenta años. El día anterior, su hijo y ella habían hecho planes para pasar el día juntos pero a última hora, como ya había sucedido otras veces, Karim la llamó y le dijo que sus amigos se iban a Montpelier y que se marchaba con ellos.
Así que Yolande se quedó sola en casa, con la ilusión y los planes rotos. Lo curioso es que esta vez no se enfadó. Quizás había llegado a un punto de saturación. “Que haga lo que quiera”, se dijo, “tengo que aceptar a mi hijo como es. No puedo seguir con la idea de querer cambiarlo para que sea el hijo perfecto que yo espero que sea”. Supongo que todos los padres quieren que sus hijos sean mejores que ellos, que no cometan los mismos errores, que no sufran. Sin darse cuenta o, incluso siendo conscientes de ello, se empeñan en decirles cuál es el camino correcto que deben seguir y se enfadan cuando se salen de él. Ese día no, ese día Yolande se dijo a sí misma que no podía pedirle a Karim que encajara en el patrón que había imaginado para él. No fue solo un pensamiento, fue como si por fin comprendiera profundamente que su hijo tenía su destino. Como si de una vez comprendiera que Karim era el único que podía andar su vida y acertar o equivocarse en sus decisiones y errores. Ella solo podía acompañarlo, estar a su lado a las duras y a las maduras.
Estas reflexiones llenaron a Yolande de un profundo amor por su hijo. Un amor que iba más allá del amor de una madre. Era un amor sin condiciones, una aceptación plena por quién y cómo era su hijo. Andaba con estas imágenes y propósitos sobre su hijo Karim de un lado a otro de la casa, no recuerda muy bien qué hacía, cuando de repente su mente se paró. “Fue como si un rayo de Silencio me atravesara y abriera en mí una especie de vacío en el que me caí. El Silencio era tan fuerte que me paré, no podía moverme, no podía pensar. Tuve la sensación de que mi cuerpo físico se evaporaba, perdía densidad. Poco a poco me invadió una liviandad que me llenó de alegría. Era una alegría plena, completa. Una felicidad espontánea que no dependía de nada ni de nadie. De repente el mundo exterior se desplazó, pasó a un segundo plano, y una voz Silenciosa, me dijo: “No estás sola, no estás separada”.
Yolande, como la mayoría de nosotros en algún momento de nuestra vida, había deseado con todas sus fuerzas parar la mente. Dejar de pensar, salir de esas ruedas interminables de imágenes y palabras que llenan nuestra mente y se adueñan de nosotros, en muchas ocasiones casi nos poseen. Nunca lo había conseguido. Ahora, absolutamente quieta en medio del salón de su casa, quería pensar y no podía. “Los pensamientos volvían, pero era como si una mano invisible los apartara uno a uno. Se iban uno tras otro, de la misma manera que el viento se lleva las nubes y las disuelve. Mi mente intentaba retenerlos pero no lo conseguía. La energía era tan fuerte que tuve la sensación de que iba a caerme, así que fui hasta el sofá y me senté. Todo era Silencio, espacio ilimitado, poder absoluto. En un instante comprendí la vida. Comprendí, de una manera espontánea, que la vida es tan solo una expresión de ese poder energético en el que estaba absolutamente inmersa. Nunca habría podido imaginar algo así. No hay palabras que puedan explicar ese momento. Tuve una evidencia absoluta, nada más.”
Yolande se quedó dos horas sentada en el sofá contemplando el Silencio que se había abierto en ella. Había despertado del sueño, había comprendido la Realidad Última, pero ella aún no lo sabía. Pasadas esas dos horas, recuerda que miró a su alrededor y tuvo la sensación de que regresaba de un largo viaje. Sonrió para sus adentros y se dijo a sí misma, “Si esto es lo que pasa cuando cumples cuarenta, si esto es la famosa crisis de los cuarenta, ¡bienvenida sea!”.
En aquel momento Yolande no tenía ni idea de lo que le había sucedido. Jamás había oído hablar de la iluminación ni del despertar. Nunca había sido creyente o practicante de ninguna religión. Ni siquiera se había comprado un libro de autoayuda. Tampoco sus amigos eran buscadores, ni habían oído hablar de esta experiencia.
En todos los procesos leídos, hay un recorrido en tres tiempos:
- Dolor o Sufrimiento, incluso de resistencia. Sufrimos por algo que choca en nosotros o quiere nacer de nosotros. Algo para lo que todavía no estamos preparados. (Ej. parto, útero estrecho). El sufrimiento no es estéril, a veces lo alargamos más en el tiempo, pero es necesario. “¿Es necesario el sufrimiento? No, yo no digo que sea necesario. Pero, desde el momento en que está ahí, es indicativo de algo” (Jean Klein)
- Rendición, Aceptación profunda. Un entregar las armas. La Rendición posibilita la
- Revelación, Iluminación. Sin rendición, lo único que hay en nuestras vidas es repetición.
Eso mismo que nos gesta (útero), nos puede intoxicar si no lo dejamos a tiempo. La vida es un proceso continuo de tomar, gestarse y soltar-traspasar.
Transformarnos en seres capaces de acoger cada vez mayor Realidad. (o enloquecemos o nos rendimos)
Abrazando la realidad, la transformamos, si eludimos, estamos desplazándonos de un lugar a otro y no vamos al centro.
El sufrimiento es un signo de crecimiento.
“Cuando veo tu luz, la enciendo”. “La puerta de nuestro interior solo se puede abrir desde dentro” (Jean Klein)
https://www.nodualidad.info/dialogos/arte-de-escuchar.html (lo encontré en la web y me fascina)
http://lareconexionmexico.ning.com/profiles/blogs/libros-de-jean-klein (libros en pdf)
Vida y Verdad van juntas. Sólo es verdadero lo que da Vida y porque está lleno de Vida, es Verdadero.
(Hasta aquí lo del sábado. El domingo no apunté nada porque se me manchó la libreta de café y fue una bendición. Comprendí la no-dualidad, la gota de agua integrando: contorno y h2O. Vivir como don el mar que Soy, porque si me lo apropio, me vuelvo opaca y no dejo pasar la Luz, ni hacia fuera ni hacia dentro)
Presente en La Presencia. Así Es.
Yoly Hernández